Era día de
Halloween, Sarah la madre de Heaven preparaba sus mejores galletas de chocolate
con relleno de chocolate derretido, era su especialidad y le gustaba cocinar
todo tipo de postres. Era dueña de una de las pastelerías más importantes
ubicada en Danville, un pueblo en el condado de contra costa en el estado
estadounidense de California.
Algunos decían que era el pueblo más aburrido
pero otros no lo pensaban así, decían que no era tan malo, solo, sino que
muchos no eran capaces de ver su verdadera belleza. John era dueño de una
compañía que fabricaba autos llamada From Cars Elite Corporation, una de las
más grandes, y además de eso, era el padre de Heaven.
Aquellas
galletas que Sarah hacia eran para los niños que salían cada noche de Halloween
a buscar cualquier dulce que les dieran, eso los hacía felices. Heaven nunca
hacia este tipo de cosas como salir a buscar dulces, no era buena en esas cosas
y mucho menos haciendo amigos.
Ella era un
poco tímida cuando alguien se le acercaba.
En esos
momentos su padre decoraba la casa con calabazas, brazos de mentira y objetos
que para el identificaban miedo, pero en realidad para Heaven eso no era gran
cosa. Heaven había llegado a la casa, como había dejado las llaves tenía que
tocar. Estaba alterada y solo quería entrar. Al escuchar el primer pase de la
llave empujo rápidamente la puerta apartando a su padre para no tumbarlo. Su cara
estaba pálida, sus labios apenas si tenían color rosa de lo seco que se
encontraban, sus manos temblaban del susto, parecía como si más bien había corrido
una maratón.
Su padre
cerro rápidamente la puerta, tal vez pensó que un loco disfrazado la perseguía,
pero nadie que era lo que había pasado. Se escuchó un estruendo en la cocina, su
madre que al verla así dejo caer una charola que tenía en sus manos y la dejo
en el suelo buscándole un poco de agua.
-Heaven pero
que rayos sucede, porque entras de esa forma, casi tumbas a tu padre.-
Su madre llegaba con el vaso de agua que
inmediatamente ella había tomado, no sabía cómo responderle a su padre, solo
dejo caer su cuerpo al suelo, estaba en una especie de trance parecía como si
le daba vuelta todo, respiraba agitada y ellos la miraban asustados por cómo me
estaba comportando.
-Heaven…
¿Qué sucede?... ¿Qué ocurrió?-
Su padre
preguntaba una y otra vez lo mismo, ella no quería responderles nada, trataba
de levantarse normal e intentaba fingir.-
- uff... Un
gran susto con ese disfraz-
-¿Heaven!
espera, vuelve aquí-
Ella corrió
por las escaleras hasta su habitación, paso el seguro a la puerta y se lanzó a
la cama, se veía un poco confundida, lo que le había pasado la había dejado muy
mal
-Heaven hija
abre la puerta, nos preocupa que estés así porque no nos cuentas lo que paso-
Sus padres
le hablaban detrás de la puerta, ellos eran muy preocupados cuando se trataba
de su hija, la protegían mucho y siempre le daban lo mejor, su padre era un
hombre que casi siempre sonreía para cualquier cosa tenía un buen sentido del
humor y era muy bromista, Heaven siempre le decía que era malo con sus bromas,
y su Sarah decía lo contrario, decía que algunas veces sus bromas eran buenas.
De niña, su
madre y su padre la llevaban al parque, aunque a Heaven eso no le importaba
mucho, para ella era demasiado aburrido hacer lo que otros niños hacían cuando.
Alguien anormal como ella prefería estar en casa, pero no le gustaba quitarle su
padre el entusiasmo de sacarla a pasear y comprarle cosas como todo buen padre.
Algunas
veces ocurrían cosas extrañas cuando se enojaba, como llover o relampaguear de
una forma poco usual, cuando ella estaba feliz las flores de su madre brillaban
como perlas y el jardín que ella todas las tardes decoraba en el frente de la
casa siempre florecía más. Parecía que todo eran tan solo eran casualidades
pero seguía siendo muy extraño.
Medida que
iba creciendo fue madurando más, ella siempre ha pensado que desde pequeña ha
tenido una mentalidad de adulta, ella lo sabía bien y le gustaba ser así y no
hacer tonterías como otros, por eso que siendo niña nunca tuvo amigos o nunca
los ha tenido.
En la
escuela era la burla de todos y siempre había alguien que le hacia el día de
cuadritos, incluso los maestros eran desagradables y en ocasiones la hacían
sentir menos que los demás. Había clases donde se desmayaba por los nervios de
hablar en público, odiaba mucho que eso le sucediera, era frustrante en muchos
sentidos.
Una vez tuvo
una amiga en el colegio llamada Scarlet, era rara o eso pensaba ella solo
porque jugaba con los niños de su grado.
La amistad
de ambas llego a ser tan fuerte, tanto que cuando la madre de Scarlet le
festejo el cumpleaños ella cumplía ese mismo día y Scarlet de regalo cumpleaños
le regalo una hermosa muñeca de cabello rizado y dorado que tenía la piel de
color blanca, con un bello vestido color rosa. Ese había sido el mejor regalo
que alguien le había dado, aun la conservaba intacta como si tuviera solo una
semana de habérsela regalado.
Llego un día
en el que tuvieron que separarse porque ella tenía que mudarse a otro estado y
nunca más la volvió a ver.
Todo en su
vida era así, sufrimiento a diario, pero se levantaba, ya en la secundaria a
Heaven le costaba mucho adaptarse, aun cuando ya tenía un año de estudio. Las
chicas tontas e inmaduras siempre se reían de su atuendo o algo, siempre
buscaban como molestarle y nunca dejaban pasar algo. Mientras iba avanzando los
primeros días en aquella escuela conoció a Emma, una de aquellas chicas pero era
diferente a las demás, ella le brindo su amistad y creyendo aquello acepto su
compañía.
En aquella
escuela había un chico llamado William, era de cabello negro oscuro y ojos eran
una especie de azul claro. El no era el más conocido, pero era diferente a los
demás, era tierno y amable con todas.
Todas las
tardes en clase de lenguas ella lo observaba y él tampoco dejaba de mirarla. Para
ella él era gracioso porque escuchaba sus chistes en clase, a la hora de salir
la observaba y eso la hacia enrojecer, y salir corriendo del salón.
Días antes
de aquella tarde, Heaven salió con Emma al cine, solo que nunca entro porque
William la esperaba afuera, él hizo que se apartara y antes que pudiera decir
algo le robo aquel beso que se había convertido en el primero. No era
precisamente algo romántico pero aquello para Heaven si lo había sido, también
algo muy atrevido pero dulce.
En ese mismo instante le pidió ser su novio y
ella se sentía tan feliz, asustada y emocionada pero decidió aceptar.
Esa tarde,
como era su cumpleaños y faltaban horas para que su familia llegara, quedo con
ellos en ver una película, la sorpresa que se llevo fue verlos tomados de la
mano, Heaven no les había dicho que llegaría unos minutos antes de lo acordado
y suponía que se les había acabado el teatro de mejor amiga y novio, sabía
exactamente lo que sucedía.
Al llegar a
casa se sentó en la cama sintiéndose un poco extraña antes lo sucedido, habían
jugado con ella, de aquella manera tan vil y cruel. Algunas lagrimas invadían sus
ojos, se dejó caer en la cama sintiendo como su cuerpo se hundía en la suavidad
de ella. No emitía ningún sonido, no se
movía, solo sus ojos estaban empañados y nublados que tenía que cerrarlos. La
respiración la tenia agitada y acelerada que sus plumones pedían auxilio, al
igual que su corazón. Sentía un nudo en la garganta que no dejaba que el aire
fluyera. Sufría de asma y llorar de esa manera era lo peor que podía hacer, sus
pulmones trabajan más de la cuenta, eso lograba que su respiración aumentara aun
mas y mas, provocando que su pecho saltara.
Heaven
Intentaba inhalar y exhalar con tranquilidad pero no podía lograrlo, empezaba a
emitir un sonido de hipo a medida que respiraba. Se sentía extremadamente
ahogada, sus lágrimas recorrían su rostro y su corazón latía rápido y dolido. Emitía
sonidos de tos, eso ocurría varias veces por la crisis que tenía y se levantó
intentando calmarse, detener el llanto o terminaría ahogándose
- ¡Ya no
llores! – Exclamaba enojada consigo misma.
Para no seguir
con aquella crisis comenzó a buscar unos jeans ajustados que había rasgado el
día anterior para esa noche. También una blusa negra con tonalidades turquesas,
su color favorito.
Agarro el
móvil del bolsillo del jeans cuando aquel sonó, en la pantalla le aparecía el
nombre y la foto de Emma, no quería hablar con ella, no quería que se
molestaran ninguno de los dos, no quería escuchar sus excusas. Ignoro la
llamada y luego de un momento había recibido un mensaje. “Heaven, lo siento. Te
lo íbamos a decir mañana en clases”.
Lanzo el
móvil en la cama ignorando aquello ¿Cómo era posible que lo dijera así?, entraba
otro mensaje y lo eliminaba sin verlo.
Heaven era
hábil con las manos, creativa, cuando tenía un idea lo hacía real, parecía que
trataba con magia. Ella había diseñado la ropa que se pondría aquella noche de Halloween,
era algo sensual para sus gustos.
Se vistió y se maquillo, no era muy buena es
eso pero hacia el intento delineando sus ojos con marcador negro, se sentía muy
diferente haciéndolo y al verse en el espejo quedo sorprendida.
Bajo las
escaleras y camino hasta la cocina donde su madre era besada por su padre quien
rodeaba su cintura.
- Oigan,
estoy aquí.-
Verlos así la
hacía sentir feliz. Su madre aclaraba la garganta y su padre iba al
refrigerador con algo de picardía en sus ojos, ambos sonreían y sentían pena porque
ella los había visto.
-Vamos,
continúen. No se detengan por mí, ya los he visto antes.-
No era la primera
vez que los pescaba así, le gustaba verles la cara de tímidos.
- Ya deja de burlarte- Decía su padre con una
sonrisa en el rostro.
-Cariño,
pásame la manteca-
-Madre ¿Cuántas galletas pretendes hacer?
Llevas demasiadas y si acaso vendrán un par de niños a tocar la puerta.- se
acercó a la mesa donde se encontraba lo que pedía.
Sarah la
observaban muy extraño, ella se preguntaba si era por su atuendo.
-Vienen tus
tíos, tus primos y sabes que les encantan las galletas que hago-
-¿Y ese
atuendo?- Pregunto su padre. Heaven solo
se encogió de hombros.- Quise vestirme así, es como un tipo disfraz-
Ni ella
misma se creía sus palabras porque no le gustaba disfrazarse, era ridículo,
solo lo había diseñado por William que lo había invitado pero no quería que
apareciera, solo por eso no dejaría de ponerse lo que con esfuerzo había
logrado.
Habían tocaron
el timbre, suponían que eran los niños que comenzaban a pedir dulces a esa hora
de la tarde
-Ya voy-
Heaven tomo
una pequeña cesta con galletas y otras con dulces para los niños. Se dirigió a
la puerta girando la manilla. Abrió la puerta y su tía Margaret junto con su prima
Elle entraban por ella. Sintió un caluroso y agradable abrazo por parte de las
dos.
-Feliz
cumpleaños.-
Dijeron las
dos al mismo tiempo mientras ella sonreía feliz de verlas a las dos. Su tía era
como una segunda madre, siempre estaba pendiente de ella. Había colocado en sus
manos un pequeño obsequio, una cajita adornada.
-Gracias,
tía. No debiste- Dijo agradecida por aquello.
Destapaba la pequeña caja y se sorprendí tanto
que sus ojos eran como dos platos relucientes, quedaba boca abierta
-Es
hermoso.- Por fin dijo. Le había regalo su inicial en oro. Se volteo dándole la
espalda para que se lo colocara.
Su tía Mary
- así la llamaba- era una mujer elegante, su perfil era alargado, sus ojos
vivos con una mirada profunda de color marrón que lucían con su cabello
castaño. Era más alta que Heaven y se cuidaba mucho, no era la más divertida
pero era agradable. Siempre pasaba las vacaciones con ella, era divertido
porque siempre la escuchaba y la aconsejaba.
La tía Mary había
entrado en la cocina a encontrarse con su madre y su padre, Heaven subía con su prima a la habitación, como ella
no tenía con quien hablar, pensaba que Elle podría escucharle aunque no tenía
buena comunicación con ella para contarle algo. Entraron en la habitación y
volvía a acostarme en la cama pensando en lo que le había sucedido y si era buena
idea contarle a su prima.
-¿Qué
sucede?- Pregunto su prima sentándose en la orilla de la cama. Para ella era
difícil responderle pero lo intentaría.
- Hace una
semana tenia novio.- Dijo deteniéndose. Elle se notaba que su prima estaba un
poco sorprendida por aquello.
-Cuéntame
¿Cómo se llama? ¿Cómo es? ¿Es lindo?- Se detuvo pensando.- Espera ¿Cómo que
hace una semana?
-Es una
larga historia. Es un chico que conocí en
clase de lengua, era tierno y amigable, pero…- en ese momento le costaba sacar
las palabras, espero unos segundo y siguió – Hace dos horas, creo. Lo vi con mi
mejor amiga, estaban juntos.- Sus ojos brillaban empañados de lágrimas. A
Heaven le gustaba, le gustaba mucho y era su primer novio. Antes se le notaba
que le gustaba Emma su mejor amiga, pero había ido primero con Heaven.
Heaven pensaba
que William sería diferente a otros chicos, pero había resultado igual que
todos, necesitaba desahogarse con alguien, su prima no era la mejor opción pero
estaba escuchando y era mejor que sus padres.
-Era un
idiota. Haven no te merecía.- escuchaba sus palabras con atención- No llores
por eso
-Lo sé, pero
duele-
-Sí. Lo sé-
-Duele que
jugaran así conmigo-
Heaven era
muy sensible, por fuera se hacia la dura como una roca, fuerte a veces, momentos
como ese la entristecían porque jugaban
con ellay se habían burlado de ella. No les daría el gusto, los haría a un lado
a los dos y seria fuerte, nadie más se burlaría de ella. Intentaba pensar en
otra cosa que no fuera eso y olvidarlo, era mejor seguir con su cumpleaños.
Sonaron unos
pasos, alguien con tacones subía las escalera, debía hacer algo rápido para que
no la vieran llorar o se alarmarían.
-Alguien
viene
-Lo sé ¿Qué
hago?
-Escóndete
en el baño, haz que te lavas la cara
No podían
verla llorar y mucho menos sus padres. Sintió un fuerte tirón por parte de Elle
que le levanto de la cama y le empujo hasta el baño-
-Oyee…
-¿Qué
esperas?, ve a lavarte ya, notaran que estuviste llorando. ¡Hazlo rápido!
Heaven
comenzó a mojarme la cara con agua tibia que salía del fregadero evitano las
lagrima . Su madre entro en la
habitación mirando extrañada, buscándola.
-¿Haven
donde esta?
-En el baño
-Aquí estoy.-
Heaven aun secaba su rostro con un pañuelo, frotándola- Me lavaba la cara, la
tenía muy grasosa ¿Todo bien, mamá?
-Que rico
huele Tía Sarah ¿son las galletas? ¿Dejaste a mamá en la cocina?, siento decir
que hará desastre- Elle buscaba la manera que se fuera.
Sarah la
miro convencida que pasaba algo pero no le dio mucha importancia, ella pensaba
que tramaban algo y pronto se iba a saber.
-Solo quería
decir que debes bajar. Robert, Marcus llegaron con tus primos
- Oh, claro.
Enseguida estoy con ustedes
Su madre
salió y cerró la puerta, las dos se sintieron aliviadas. Su prima le ayudo a
maquillarse de nuevo, mejor de cómo ella lo había hecho.
Bajaron las
escaleras y la sorpresa fue que ya estaba toda la familia en el salón
principal. La familia no era tan grande, tenía cuatro tíos y cada unos tenían
sus esposas e hijos, algunos nietos. En total, eran doce primos y Heaven era la
menor de los nietos de sus abuelos, y como tal era la consentida de la familia,
su cumpleaños era como si fuera un bebé.
-¡Sorpresa!
Eran las
palabras mágicas de sus tíos en cada cumpleaños, Heaven pensaba en ocasiones
que era mejor ya cambiar la frase, Intentaba no asfixiarse con tantos abrazos y
besos, uno tras otro. No era amante de los abrazos y besos, para ella eso era
un fastidio, era un poco seca y prefería la distancia, no se atrevía a decirlo
para no lastimarlos. No tenía más opción de aguantarse porque era lo menos que
podía hacer.
-Rayos…
-¿Pero qué
paso?
Su tío
Robert le ayudaba a recoger los regalos del piso, eran tantos y algunos tan
grandes que ni él podía con ellos. El timbre sonó de nuevo, nadie quería ir a
ver quién era así que le toco a Heaven hacerlo, le dejo los regalos a su tío
para ir a abrir la puerta.
-¿Qué haces
aquí?
La sorpresa
que le faltaba a Heaven, William en la puerta ¿Cómo se atrevía después de
todo?, no tenia dignidad.
-Heaven,
quiero hablar contigo
-No tenemos
nada de qué hablar
-Por favor,
escúcheme. No es lo que crees.
- Vete- Heaven
trato de cerrar la puerta pero el, la había sujetado.
- ¿Sucede
algo, Heaven?- el tío Robert se acercó a la puerta, ella estaba nerviosa por lo
que pudiera decir William, podría darle en este momento un colapso nervioso.
-No, nada
tío. Un chico infantil pidiendo galletas.
Su tío en
ese momento comía algunas galletas y tenía varias en las manos, él era muy
goloso y toda la noche no dejaría de comer.
-Aquí tengo
algunas. Ten chico- Se acerco a William
extendiéndole la mano con un puñado de galletas.
Cerró la
puerta en su cara para que entendiera que no quería verlo ya.
Todos se
habían ido al pequeño bar, mientras disfrutaban de las galletas, comenzaban a
hacerle preguntas de la secundaria, como le iba, si tenía amigos y otras
preguntas más incomodas. También hablaban de sus negocios y entre charla y
charla se fue pasando el tiempo hasta llegar el momento de cortar el pastel.
Estaban todos a su alrededor, normalmente no sabía qué cara colocar al momento
de cantar el cumpleaños, porque le hacían sentir estúpida. Sin embargo, para sus
familiares era una celebración de alegría e importancia, pero para la joven
cumpleañera no era así. Cada cumpleaños era lo mismo, charlar, la torta,
galletas, todo ya era aburrido para ella, solo quería apagar las luces y cortar
el pastel.